La cocina Santandereana merece su reputación por ser una de las más elaboradas del país. El plato tradicional de Santander es el mute, sopa de maíz blanco aderezado con otros granos. La pepitoria, preparada con las vísceras y la sangre del cabro o camuro, en diferentes preparaciones, y la carne oreada son otras especialidades de la región, junto con la sopa de pichón y las famosas hormigas culonas, hormigas de abdomen abultado, que los lugareños tuestan al fuego, y las que le atribuyen poderes afrodisíacos. Se destacan así mismo, los dulces elaborados de apio, limón, cidra, arroz y piña; amén del célebre bocadillo veleño, de la fama internacional.
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